La alegría es una brillante lumbre con chispas rojas.
La pena una sombra verdosa en los profundos mares.
Yo, cada día padezco de una cosa…
y según me mires, me siento o no hermosa.
Mírame todos los días con ojos de luna,
para que vuelvan mis noches de alegre fortuna.
Dime lindas palabras que me cubran hasta el amanecer,
y nunca volverán las sombras atormentarme otra vez.
¡Dime que me quieres!, pero dímelo a la cara,
porque no soy adivina, aunque tengo muchas ganas.
Para saber :
Lo que piensas,
lo que dices,
lo que hablas.
Si me quieres,
si me odias,
o me tienes olvidada.
Por favor mándame tu aliento,
mándame tus besos en un sobre cerrado
que no se los lleve el viento.
¡Dame una alegría!, que el péndulo de mi reloj,
anda más deprisa cada día.
Dime que me quieres, ¡anda!, dímelo.
hola querida Elda, muchas necesitaríamos sentir que nos lo digan y la impotencia por momentos nos hunde. Hermoso poema lleno de ternura hacia quien se ama. Buen domingo!
ResponderEliminar¡FELICIDADES POR ESTE PRECIOSO BLOG, ELDA! felicidades por estos tres soles de preciosos ojos (cada una con su color, jajaj)y felicidades sobre todo por dejarnos leer trocitos de ese enorme corazón que se adivina a traves de tus bellas obras... besitos, mi niña guapa...
ResponderEliminarCarmen Garcia
Hola María Susana, muchas gracias por entrar un ratito y dejar tu comentario.
ResponderEliminarEs verdad que necesitamos que nos lo digan, pero todo el mundo necesita de lo mismo, pues creo que expresamos con palabras menos, que con el pensamiento.
Besos.
Carmen, gracias a ti por tomarte la molestia de venir a visitarme y dejar tan bonito comentario.
ResponderEliminarY sí, tengo ojos de todos los colores, jajajaja.
Muchos besos.