que a veces enturbia las ganas mías.
El reflejo me mira entre un velo
no sé si de angustia o simpatía,
de ilusión o desengaño,
desenfado, o con plena alegría.
Me quedaré con lo último
saboreando los recuerdos
de días, meses y muchos años,,
donde las notas de un violín
sonaban tiñendo el viento
de colores mezclados,
de primaveras y otoños,
de aires calientes de verano,
de helados inviernos
que a las montañas vestían
de blanco inmaculado.
Pero tú y yo,
¡primaveras de intenso color!
Hasta que una noche de diciembre
se cubrió en varias lunas, el sol,
y se ocultaron todas las estaciones
en un anochecer sin estrellas.
Han pasado los años
y aunque sigues en mi espejo,
ya volvieron los colores.