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Que lejos te siento aunque la distancia sea corta,
y es que tus pasos caminan al lado de una estrella
que ilumina tu sendero,
mientras en mi vereda sembrada de anhelos,
se van marchitando
los lirios que planté antes del invierno.
Y aquí me encuentro,
en una oscuridad que no viene del cielo
sino de ilusiones truncadas por jugar a los sueños.
Soñé que era luna y, siempre luna llena,
para que me vieran tus ojos por delante de tu estrella.
Pero se apagaron mis ilusiones
y la luna desapareció por poniente,
solamente quedó la negrura de la noche
y el viento que sigue respirando engañoso
en el hueco de mi pendiente.
No me mires de lejos
ni me soples más vientos,
que mi corazón está débil
y se rompe por dentro.