De tu ternura guardo un tesoro en el alma,
que brilla como el albor
de una mañana serena y clara,
alegrando sin reír, un corazón en calma.
Calienta el sol en la hojarasca opaca,
cuando el aliento de tus palabras
rozan mi mejilla ajada, y,
una exquisita gracia entra por mi pupila borrosa,
donde se esconden rescoldos fríos
de sentimientos dormidos,
que despertar esperan en el sueño de tu boca.
Un aguijón de tu mirada, que no veo…
se clava dentro de mi alma,
con una misiva en blanco
que leo emocionada:
Tú, y yo, por siempre en nuestros pensamientos,
viviendo sin vivir,
amores de memorias sin encuentros…
Una lágrima rueda,
y estalla un beso.