Si te miro,
y presiento que me has dejado
a la orilla de tus pensamientos
y no soy el principio de tus anhelos,
se romperán mis palabras
y las letras caerán por el precipicio
de la desilusión.
Si noto que el viento con tus caricias
no roza el cristal de mi ventana,
y la guitarra de abril ha enmudecido su voz,
entonces,
mi cariño por ti se fundirá como el hielo.
Ya no serás el que ocupa mis pensamientos
porque si tú te alejas, yo me alejo,
y te olvidaré veloz en el tiempo,
sencillo y preciso
como jaque mate en el tablero.
Si alguna vez apareces en la estrellada noche,
no me busques, no me encontrarás,
estaré paseando por la vereda de lo invisible
buscando luciérnagas
para iluminar mi jardín crepuscular,
mientras el aire me besa la boca
y revolotea en las hebras de mi pelo.
Tu ausencia, se tornará en un simple recuerdo
y la memoria cuando me hable de ti,
no me dirá nada,
porque entre tus labios y mis labios,
habrá ciudades con sus campos, ríos y montañas
donde se esconde la solemnidad del olvido.