Me dejé fundir en mis pensamientos
hasta hoy cerrados a cualquier encuentro.
Revoloteaban sin parar ¡querían aire!
y como ventisca sin lluvia se abrieron paso
hasta una noche limpia y callada,
¡tan callada! que se oía el murmullo del silencio
cantando amores;
no míos, sino los que flotaban en el aire.
Esos amores en los que me sumerjo
para dibujar encajes románticos,
haciendo de protagonista, sin serlo.
Miré la luna y allí, perdido te encontré.
Como luciérnaga brille intensamente
agitando el pañuelo de luz,
pero:
No oyes, no ves, no intuyes,
no intuyes que te observo
detrás del espejo de tu pensamiento,
y que llamo suavemente
a la puerta de tu corazón,
el que tienes ocupado por esa luna
donde te encuentras plácidamente perdido.
Cuando amanezca,
me olvidaré de ti nuevamente,
hasta que el sol pierda su nombre
tras el horizonte, y la luna se llame, luna.
Volveré entonces a recorrer
los caminos de tu piel y mente,
haciendo de protagonista, sin serlo,
mientras susurro mudamente:
“perdona si te llamo amor”