¿Y después qué?
cuando las libélulas se apaguen y se pierda su rastro,
cuando las flores dejen de adornar el iris de nuestros ojos,
cuando la alondra triste cierre el pico y deje su canto.
¿Donde nos encontraremos?
Quizás en el humo profundo que besa a las nubes,
en el arco iris del horizonte que acaricia el mar,
en la lluvia lenta de azules reflejos,
en las huellas de un verde prado,
o flotando en la laguna,
cuenca de una llanura en los altos.
En los sueños pasados y presentes,
allí, con una silueta sin cuerpo nos encontraremos,
escuchando la melodía
de aquello que dejamos detrás del final,
Y al fin, podremos en el resplandor de otro universo,
amarnos.
¡Ah tus ojos, tus manos!
¡Ah tu piel,
donde quise sembrar amores
y no encontré los surcos de tu campo!.
¡Ay amor!
susúrrame romances antes del después.