Fue una tarde vestida de nubes color nívea
cuando mi corazón,
palpitó en el atardecer de unos ojos
y nació la flor de mis sueños
al soñar el aliento de tu verbo hermoso.
¡Ah! espuma de viento,
ventana abierta en un amanecer dorado
que me aparta de los brazos de Morfeo.
Me desperezo bajo el puente de los suspiros
bogando en los sueños,
que poco a poco se desvanecen
al comprobar que solamente estás dibujado,
sobre los renglones que escribo en mi cuaderno.
Triste enamoramiento
que se despierta entre pluma y papel
como cuento enlazado
a orillas de un trasnochado pensamiento,
y duerme en el olvido de una
cuartilla plegada sin que sepa,
que por él muero y muero.
Esperaré un rayo de luna
para despertar de esta visión,
quimeras de algunos momentos
en los que me dejo llevar por la pluma.