Hola a todos los que tengan a bien visitar este humilde rincón, donde la literatura brilla por su ausencia, ya que no estudié nada que tenga que ver con ella, solamente fue que comencé a poner una frase detrás de otra con poco conocimiento, descubriendo -aún no sabiendo expresarme bien- que me gustaba darle al lápiz o a la tecla, y ello me sirve para distraer mi aburrimiento y soledad de algunos momentos.
Bueno, después de este comienzo -que supongo a nadie le importa- voy a editar cuatro palabritas sobre una visita que hice esta Semana Santa casualmente a Polonia, digo casualmente porque no tenía pensado viajar allí, ya que tenía otro destino elegido, pero por circunstancias, lo tuve que cambiar a un lugar donde jamás había pensado viajar y menos en estas fechas, y todo hay que decirlo, porque no quedaba otro. ¿Me gustó?… precioso viaje para hacerlo en verano; ¿frío?, como jamás había pasado… con lo cual no me enteré de las explicaciones de los guías en ninguna de las ciudades porque estaba deseando que terminaran... solo quería irme al hotel a calentarme un poco.
De este frío tan intenso que pasé, viene a cuento lo que quiero exponer aquí cuando visité los campos de concentración de Auswitch. ¿Me impresionó?, exactamente no, pero si me hizo reflexionar sobre lo que nos quejamos de cosas nimias desde nuestra cómoda casa, caliente y acogedora (o no tanto, pero en nuestra casa) con todos lo aparatos electrónicos de última generación etc. (con lo cual, es que no nos va tan mal).
Muerta de frío pero abrigada y tapada hasta la punta del pelo en un día lluvioso y nevando a ratos, por un instante me puse en el lugar de tantas personas que pasaron por estos campos con su uniforme de rayas, raído y desgastado, amontonados en unos barracones llenos de suciedad y en los patios a veinte grados bajo cero como poco, y sentí una pena inmensa, lo mejor que le podía pasar a estas gentes era morir cuanto antes, porque lo demás tuvo que ser un sufrimiento increíble.
Ya lo sé, no es nada nuevo pues, ¿quién no ha visto La lista de Schindler?, en la que se refleja todas estas calamidades;
pero el ver las fotografías éstas… creo que sirven de concienciación para las mentes tan sensibleras -que no sensibles- y darnos cuenta que la vida que nos rodea es bella, a pesar de los pesares que tenga cada cual.
zapatitos de los niños
peines cepillos etc
cajas de cremas o betún de la época
enseres de cocina y diversos
retratos de victimas
letrinas, con un tiempo escaso,
y el que no hubiera terminado, le daban un tiro
donde llevaban sus cositas
Las fotos no son buenas, hechas a través de un cristal; quizás un poco macabras, sobre todo una sala donde por respeto hacia las victimas no dejaban hacer fotos; una sala enorme como todas estas anteriores, solo dedicada a los cabellos de las personas, un exposición que realmente te hacia cosquillas en el estómago, por eso quiero resaltar:
¿por qué nos quejamos tanto...?
super helada, digamos por gusto...
¿Y estos angelitos por qué?
Estas exposiciones, son enseñadas por los guías con mucho respeto, y aunque sirve para dar de comer a mucha gente que vive en este pueblo y alrededores, sirve para que no olvidemos nunca el genocidio de la segunda guerra mundial, donde fueron asesinados seis millones de judíos y más de cinco millones de gitanos discapacitados y homosexuales.
Por muy mal que te vaya la vida, sin ninguna duda, tu vida es bella.