En la tibieza de tu encanto,
me diluí como humo en el viento
y ahora por mucho que busco,
no me encuentro.
Quedé atrapada en el verbo de tu boca,
suave nube donde dejarse llevar
a través de los paisajes que invento:
Primaveras floridas y perfumadas
que mueve el aire
dejándome envolver con su aliento,
donde soy mariposa de mil colores
grácil y primorosa,
como un cálido céfiro de abril.
Pero tú, no te das cuenta de mi presencia.
Absorto en tus pensamientos,
miras los charcos que ha dejado la lluvia,
y abandonas en ellos tu sentimientos
que se empapan de nostalgias y pesares,
y ese verbo que tanto me llena,
queda mudo y enmohecido.
Revoloteo alrededor con mis sueños volcánicos,
pero el frío y la humedad
siguen en tus aristas que repelen lo cálido.
Volveré algún día, quizás,
porque el tren de mi vida
traquetea entre las últimas flores,
de mi pradera amarilla.