
Suspiran los labios por un beso,
allá con el alma quieta
como caracola abandonada
en la playa de su mar,
que espera y espera vuelva a acariciarla
con sus alas de sal y blanquecina huella.
Huella del pensamiento que alzas tus alas
en pos de las aventuras del viento,
inquietudes que zozobran tu interior
en lo más profundo.
Profundo sentir que al sentir, sientes;
sientes porque la vida sigue,
sigue dando coletazos de bienvenida
que roza tu semblante
cada amanecer de un nuevo día.
¡Día, devuélveme la aurora de sus ojos!,
ojos escondidos en los ríos siderales
perdidos en la luna de sus pesares.
Pesares que no son míos, pero siento
desde el hemisferio norte al sur de mi cuerpo,
cuerpo que quiere pero no puede
resumir en pocas palabras que no sean locas,
el sentir de sus sentimientos
hundidos en la oquedad de los sueños,
comprados antes de dormir.
Callada quietud que incita,
¡ata el murmullo de mis pensamientos!,
que la máquina de las fantasías
pide monedas y no tengo suelto…
solamente para decir:
Suspiran los labios por un beso.