Llueve en silencio.
El viento sopla en los cristales.
Es un día desapacible
que invita a observar la vida
y lo que pueda quedar de ella.
La niebla,
al otro lado de la esquina
me trae una voz querida.
al otro lado de la esquina
me trae una voz querida.
Brilla el asfalto húmedo
como negra pista de patinaje.
Todo bien,
soy afortunada.
Algún pellizco en el corazón
por mis ausencias queridas,
y por tantas personas que sufren
la guerra, con sus heridas.
Pasan los días,
regresan los instantes,
y la lluvia sigue silenciosa
como la voz que oigo, sin oír.
y la lluvia sigue silenciosa
como la voz que oigo, sin oír.
Miro el cielo por si sale el sol
en todas las aristas del universo.
Quizás algún día...
¿O será del pensamiento,
una utopía?