Palabras mojadas en un verso
arrastradas por arenas de un desierto,
o volando como plumas al aire.
Y entre estas palabras mojadas
no hay un día que no estés tú,
mi prenda más preciada,
secando cada letra
con el cariño de tu alma.
Amor incondicional
vestido de terciopelo,
la rosa más perfumada
qué me enseñó a caminar.
Te recuerdo cada día, sin estruendos,
sin quitarme espacio;
solo un pensamiento
que me lleva hasta tus brazos,
y en ellos me cobijo
como si mis años fueran todavía tiernos.
Veo tu cara dulce, cantarina,
y me siento niña
mientras te escucho en el recuerdo.
A veces enfadada repitiendo:
No dejes para mañana
lo que puedes hacer hoy.
Y yo siempre decía:
Mañana, mama.
Mañana, lo que me digo hoy
cuando algo me fastidia.
Siempre en mi corazón...
(los dos)
amores incondicionales
que me disteis todo
lo que estuvo a vuestro alcance.
∃
Dios no podía estar en todos los sitios y por tanto, hizo a las madres. (Rudyard Kipling)