Tengo una madeja enredada
en el pensamiento.
No puedo tirar del hilo
y comenzar a escribir.
Busco una frase externa
para desenredar unas pocas letras
que expresen...
pero es difícil si no hay un sentir.
Y es que sentir no siento nada,
nada especial,
todo está bien,
en paz,
en calma.
No tengo inquieto el mirar,
no hay ninguna luz irisada
que alumbre especialmente
y me haga volar.
Solo la imaginación puede llevarme
por un camino regalado,
e inventar un cálido aliento
en el hueco de mi pendiente
que me haga vibrar.
Y esto solo dura
lo que tardo en escribir
palabras sin destino,
mientras quedo pensando...
Vuelvo a mi fondo azul
para escuchar el reloj interior
que sigue con su tic tac
un tanto caprichoso.
Y es que esta noche,
apagaré todas las luces
para mirar las estrellas,
y a una de ellas,
le pondré tu nombre.
Y...
¡Ya no importa!
la noche vino nublada.