Busqué entre las piedras del camino
aquella señal que perdí en su momento.
No encontraba el sendero floreado
que me perfumaba cada día;
todos eran escollos, impedimentos,
cuando te llamó el cielo.
Pero hoy, sigo siendo la misma
que duerme en los laureles,
en los laureles de la vida,
acunada por mágicas sensaciones,
esas, que en un tic tac del reloj
se truncaron en una noche sin luna.
Y volvió a brillar el alba
dando luz a mi semblante.
La sonrisa apareció entre una silente lluvia
que refrescaba los sentimientos
cuando se ocultaba el sol.
Y ahora puedo decir:
Invítame a tu vida,
y bailaré con el viento
alrededor de tus aristas.
Te contagiarán
las notas que brotan de mis pies descalzos
que aunque algo trasnochados,
tienen mucho son y sal…
Invítame a tu vida,
y las sombras se irán de tus ojos
mientras los míos te miran
en el recuerdo.