Cuando camino por la vereda de mis sueños cerca del río,
patino continuamente en el musgo mal herido
por otras huellas que han pasado anidar sus amoríos.
Vengo vestida de flores como si fuera primavera,
para que veas con tus ojos,
lo guapa que me pongo cuando me esperas.
Tengo en mi cabeza pájaros que pian sin cesar,
y callan sus gorjeos cuando a ti te ven llegar.
Hablan mis ojos revoloteando en los tuyos,
pero tú, no ves las intenciones de acurrucar mis arrullos.
Déjame posar en ellos, para acariciar con mi alas
el borde de tus cejas y tus pestañas,
y si me permites la comisura de tus labios, haré un nido de plumas
donde solamente yo picotearé hasta hacer esa fruta… madura,
y entonces sabrá lo que es ver las estrellas una a una.
Se me han caído las flores con las que venía vestida,
cuando he despertado en otoño y los colores no veía.
Pero no importa, en el cuaderno de mis pensamientos
escribo mis apuntes donde siempre estas tú,
y fluyes como lluvia en un tejado de zinc.