Plateadas sus sienes
va dejando la dulzura de sus días,
mientras se deteriora el alero de su tejado
al sol de la mañana.
Asomada a la ventana con sus ojos cálidos,
mira el paisaje con curiosidad.
No reconoce nada, todo le resulta nuevo.
Mira sus manos temblorosas
y dos lágrimas resbalan por sus mejillas.
-Mama ¿qué haces tan temprano?-
La mira angustiada.
-¿Dónde estamos hija?-
-En el pueblo, en tu casa, llegamos ayer-
La besa con cariño llevándola de la mano
para desayunar juntas.
La mira con preocupación y ternura,
presintiendo tiempo difíciles…
La vuelve a mirar, y sus ojos
han cobrado el mismo brillo de siempre…
-Y las niñas ¿se han levantado ya?.