La tarde muere en mis ojos
delante de un paisaje que no quiero olvidar.
Su belleza se hace más hermosa con el recuerdo
que busca tu mirada de oscura noche
donde se perdía la luna dentro de tus pupilas
regalándome un encuentro que no es, ni será.
El tiempo corre en contra, veloz,
como el pensamiento que nunca cesa.
Y es que eres ave de paso
que se pierde en los alcores de una historia
que no termina,
pues tejida está en el pensamiento
para que vuelvas cada vez
que yo quiera,
y dejarte tatuado en un verso
mientras mueren las letras
con un punto final,
sin resolver.
Palabras al viento
en una noche hechicera,
donde llego a la certeza
que soy, aunque tú no estés,
pero siempre volverás a mis renglones
cuando yo quiera,
porque eres, y serás...