La alegría es una brillante lumbre con chispas rojas.
La pena una sombra verdosa en los profundos mares.
Yo, cada día padezco de una cosa…
y según me mires, me siento o no hermosa.
Mírame todos los días con ojos de luna,
para que vuelvan mis noches de alegre fortuna.
Dime lindas palabras que me cubran hasta el amanecer,
y nunca volverán las sombras atormentarme otra vez.
¡Dime que me quieres!, pero dímelo a la cara,
porque no soy adivina, aunque tengo muchas ganas.
Para saber :
Lo que piensas,
lo que dices,
lo que hablas.
Si me quieres,
si me odias,
o me tienes olvidada.
Por favor mándame tu aliento,
mándame tus besos en un sobre cerrado
que no se los lleve el viento.
¡Dame una alegría!, que el péndulo de mi reloj,
anda más deprisa cada día.
Dime que me quieres, ¡anda!, dímelo.