Nadando estoy las aguas limpias
de tu corazón de invierno,
donde no puedo bucear tan profundo,
se enturbian mis ojos
y no veo tus sentimientos.
Capto pececillos de colores
que cambian continuamente su aspecto
rozando levemente mi piel,
y un escalofrío abriga mis pensamientos.
Pero todo se difumina en el aire,
las voces del viento susurran sueños,
mientras las alas de mi sentir las pliego
en la realidad de mis dedos
que se mueven por el teclado
intentando diseñar un encuentro.
No es posible,
la luz de mi candil se mueve incesante,
y la intriga del momento
vuela con palabras vacías
por los renglones de mis pensamientos,
poniendo punto y final
a otro de mis sueños inacabados
en el despertar de una mente trasnochada.
Me miro al espejo y me pregunto:
¿Tú estás bien…?
-Perfectamente-