Nacimos en el mismo libro de la vida.
Nuestras raíces crecieron y se hicieron fuertes
como correspondía.
Cada cual en su página,
escribimos vidas paralelas
que al fin se torcieron hacia el horizonte,
donde nos unimos formando un paisaje de acuarelas.
Nuestras ramas crecieron al unísono
regadas por el amor,
hasta que comenzaron a salir brotes
que a su vez crecieron.
Bellas hojas son,
verdes como el trigo verde
que se matizan con el tiempo…
Pero tú mi amor, ya no las ves,
aunque quizás desde los ojos del cielo
veas que son las flores de mi jardín
solitario y viejo,
que adornan las paredes de mis sentimientos
y calientan como sol de verano,
el costado de mi atisbado invierno.
Hoy al observar esta imagen,
he recordado nuestros troncos fuertes,
hasta que la vida segó el tuyo
con la guadaña de afilados dientes…
28 de diciembre todos mis suspiros