Un trigal lleno de espigas
he encontrado en mi corazón,
son hermosas, son doradas,
y me han quitado la razón.
Sobresale una de ellas
por su tamaño y su candor,
creo que se ha clavado en el alma,
y me esta pinchando con pasión.
¡No la quiero ahí dentro!,
me molesta el escozor,
voy arrancarla de cuajo
aunque sienta gran dolor.
No quiero que germine
aquí… dentro de mi corazón,
pues no lo tengo abonado
ni lo quiero abonar yo,
cuesta mucho mantenerlo
hermoso y dorado,
dorado como el sol,
por eso, lo saco de raíz
para no sufrir de amor.
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