Un triste amanecer
recorre la oscuridad de la noche.
Nubes grises adornan el cielo,
y el horizonte se cubre de color ámbar
tratando de dar paso al nuevo día,
que perezoso despierta en la mañana
arañando luces al sol.
Corazones marchitos por la tristeza
beben destellos brillantes
que en la aurora
salen a saludar el alba,
y matizan de colores
rincones escondidos que sangran.
Ya no hay oscuridad en el ambiente,
el sol sale con fuerza
animando con su luz y belleza
la vida que resurge llena de esperanza,
amarrándose a la piel que rezuma savia.
Esa savia que dispara los sentidos, libres,
llenos de amor, y de ganas.
Ganas de vivir la vida
porque ya no hay penas en el alma,
fueron abrasadas por el amor
con MAYÚSCULAS.
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