Cierro suavemente las manos
para que no se vayan las sensaciones
que todavía cuando te pienso,
tengo guardadas en el corazón
después de tantos años.
Si cierro los ojos y me concentro,
puedo recordar el tacto
de tus manos en las mías,
cuando paseábamos agarrados
por cualquier vereda del campo
o por las avenidas.
Mis manos heladas en invierno
y las tuyas calientes como una estufita,
tiernas y acogedoras daban calor
dentro del bolsillo de tu abrigo,
a las mías.
Ese gesto que siempre adoré.
Son las manos unidas
palma con palma,
más sinceras que las palabras.
En el amor y en la amistad,
un canto a la verdad.
Amigo, quiero encontrar tu mano
y darte la mía,
para que en ellas queden tatuadas
las huellas de tu alma y la mía.
"Si no sabes que hacer con tus manos, transfórmalas en caricias" -Jasques Salomé-