Como mariposa que recorre los campos,
así te tengo en mi corazón revoloteando.
Sintiendo estoy una incertidumbre
tierna y suave,
liviana y vaporosa,
como las alas de esta mariposa.
Engalanas mis pensamientos,
y aunque no te veo, te siento
como azules campanillas
en el balcón de mis deseos.
Los crespones negros que adornaban mis ventanas,
se destiñeron,
y han aparecido en su lugar,
trasparentes visillos
donde el blanco escarlata es el dueño.
Despierto... miro el reloj y,
con el corazón sereno entre sabanas vacías
descubro, que el Señor me regaló un nuevo día,
donde se bordan los sueños.
Aunque no te veo, te siento, como azules campanillas. Color, color, color, que busca cambiar el tono siempre, que, a veces, lo consigue.
ResponderEliminarClaro, hay que fijarse en los colores que te ofrece la vida, para pintar con ellos los grises o en peor caso, los negros, y con voluntad se consigue la mayoría de las veces.
ResponderEliminarGracias por tu visita Enrique, ha sido un placer.