Para que tú me oigas,
voy a silbar al viento,
voy a soplar al cielo
lo que por ti siento.
Para que tú me oigas,
voy a susurrar suspiros
que lleguen a tus labios,
y susurres en los míos.
Para que tú me oigas,
voy a gritar al silencio,
a las llamas del crepúsculo,
a mis días de lamentos:
que quiero vivir tu amor
hasta que hiele el infierno.
Para que tú me oigas,
voy a decir… ¡te quiero!,
sin poder evitar:
que en tus ojos de verano
se quemen mis ojos de invierno.
Para que tu me oigas:
Te voy a… mirar
¿Qué sería de mí sin ti, Elda, ahora que necesito la poesía para sobrevivir, que mi ciudad se derrumba, ante la indiferencia del resto de los españoles?
ResponderEliminarQuerido amigo, no pienses tanto en tu ciudad, y piensa más en ti que eres grande y esa grandeza llegará donde tu la dejes llegar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu paso.
Te mando un abrazo.